4 jun 2008
Imaginación Atrapada / Teatro - Crítica
"Balconblue" ¿Quién es quién?
El portero de un edificio que tiene un punto de vista perfecto hacia el balcón de Elián -un hombre bajito, tan bajito como él-, relata hechos que responden a un tiempo presente y pasado (conclusión que sólo podemos sacar al final de la obra). En ese mismo balcón, se sitúa obsesivamente una señora mayor que cuida y mira sus plantas, mientras recuerda en alemán un pasado que la perturba hasta el llanto. Un cuarto personaje acciona en la escena, un hombre alto que, según el portero, tiene similitud a Gary Cooper, un hombre sin identidad propia que reaparece como una amenaza rememorando un posible hermano mayor, un posible padre ausente. Uno de los juegos espaciales que compone la obra enfrenta a Gary Cooper con el bajito, mientras que el encargado relata los hechos a modo de referí y comentador de boxeo satisfaciendo su propio placer escópico.
Cuatro banquitos de madera, un escenario oscuro y cuatro personajes caracterizados laboral y anímicamente por su vestimenta. A partir de allí, las relaciones humanas, que recorren desde la fantasía de un incesto homosexual, pasando por el voyeurismo con su contrapartida -la exhibición-, hasta la práctica sadomasoquista, le exigen al espectador rearticularlas. Nos exige entender cada relación como un entramado complejo, donde un tercero, el Voyeur o nosotros mismos, deposita su propio deseo. Frente a la madre de Elián, que él consideraba muerta, se depositan las madres de todos. Frente a la interacción de Elián con Otro, se encarna la interacción de todos con el Otro. Frente a una mirada ajena, se instala una mirada propia. Y entonces es desde ese lugar que se buscan respuestas. Respuestas que busca Elián, el Voyeur, el Otro, las diferentes madres y el propio espectador que, extrañado, puede llegar a recomponer la historia.
“Balconblue” juega con las temporalidades. Si en un momento la historia se deposita desde un relato oral en el presente, gracias al portero que observa distanciadamente una situación familiar, ese presente se ve frustrado al contaminarse con la mirada misma del narrador; ese presente se vuelve pasado. Quizás, el objetivo final de la obra sea primero lograr pasar la mirada del balcón a quien mira y desde quien mira a nosotros. Quizás, el objetivo sea dejar en carne viva las relaciones humanas, cuestionando el supuesto conocimiento de las mismas al dejar a la vista las razones de fondo. Entonces, es posible que, de preguntarnos ¿quién es quién? pasemos a preguntarnos ¿quiénes somos? Jimena C. Trombetta
Ver nota http://www.imaginacionatrapada.com.ar/ 04-06-08
El portero de un edificio que tiene un punto de vista perfecto hacia el balcón de Elián -un hombre bajito, tan bajito como él-, relata hechos que responden a un tiempo presente y pasado (conclusión que sólo podemos sacar al final de la obra). En ese mismo balcón, se sitúa obsesivamente una señora mayor que cuida y mira sus plantas, mientras recuerda en alemán un pasado que la perturba hasta el llanto. Un cuarto personaje acciona en la escena, un hombre alto que, según el portero, tiene similitud a Gary Cooper, un hombre sin identidad propia que reaparece como una amenaza rememorando un posible hermano mayor, un posible padre ausente. Uno de los juegos espaciales que compone la obra enfrenta a Gary Cooper con el bajito, mientras que el encargado relata los hechos a modo de referí y comentador de boxeo satisfaciendo su propio placer escópico.
Cuatro banquitos de madera, un escenario oscuro y cuatro personajes caracterizados laboral y anímicamente por su vestimenta. A partir de allí, las relaciones humanas, que recorren desde la fantasía de un incesto homosexual, pasando por el voyeurismo con su contrapartida -la exhibición-, hasta la práctica sadomasoquista, le exigen al espectador rearticularlas. Nos exige entender cada relación como un entramado complejo, donde un tercero, el Voyeur o nosotros mismos, deposita su propio deseo. Frente a la madre de Elián, que él consideraba muerta, se depositan las madres de todos. Frente a la interacción de Elián con Otro, se encarna la interacción de todos con el Otro. Frente a una mirada ajena, se instala una mirada propia. Y entonces es desde ese lugar que se buscan respuestas. Respuestas que busca Elián, el Voyeur, el Otro, las diferentes madres y el propio espectador que, extrañado, puede llegar a recomponer la historia.
“Balconblue” juega con las temporalidades. Si en un momento la historia se deposita desde un relato oral en el presente, gracias al portero que observa distanciadamente una situación familiar, ese presente se ve frustrado al contaminarse con la mirada misma del narrador; ese presente se vuelve pasado. Quizás, el objetivo final de la obra sea primero lograr pasar la mirada del balcón a quien mira y desde quien mira a nosotros. Quizás, el objetivo sea dejar en carne viva las relaciones humanas, cuestionando el supuesto conocimiento de las mismas al dejar a la vista las razones de fondo. Entonces, es posible que, de preguntarnos ¿quién es quién? pasemos a preguntarnos ¿quiénes somos? Jimena C. Trombetta
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